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Retos, perspectivas y líneas de desarrollo de la educación superior en México y América Latina

001 Mons. Guillermo Alonzo Velasco
Rector de la Universidad del Valle de Atemajac

 

coepes-universidad-valle-atemajacPerspectiva

Las Instituciones de Educación Superior como instancias educativas tienen como fin primordial preparar profesionales cualificados que sean capaces de responder a las necesidades de una sociedad en continuo cambio.

Las presiones demográficas y sociales, las exigencias políticas, los cambios educativos y sobre todo los retos de la economía nacional e internacional y mundialización de la cultura y del conocimiento,  abruman a las IES, y las enfrentan a decisiones cada vez más complicadas.

Por su parte, la sociedad exige a las universidades acceso, equidad, calidad, modernización, eficiencia, pertinencia, responsabilidad social, vinculación con los sectores productivos e innovación tanto en sus métodos pedagógicos como en sus procesos de gestión, (Comunicado de CMES 2009).

La sociedad del conocimiento como paradigma obligado del futuro parece ser el eje vertebrador de las economías y de las culturas globalizadas y, por ello mismo, corresponde a los sistemas educativos y sobre todo a las IES, generar, proveer y distribuir ese conocimiento (UNESCO 2005).

El eje integrador de los procesos educativos ya no puede ser la ciencia en cuanto tal, sino  en cuanto está vinculada y es pertinente a las necesidades de la sociedad actual.  Esta perspectiva deberá permanecer  como el criterio de operación y de calidad en los procesos administrativos, docentes y de servicio de las IES.

La vinculación con el entorno requerirá  un proceso de aprehensión de la realidad que emana de la  experiencia de investigación como vivencia sustantiva de aprendizaje y como factor fundamental de la generación y difusión del conocimiento (CMES de la UNESCO 2009).

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Los retos de la educación superior

Desde esa perspectiva aparecen claros los retos sustantivos de las IES, los cuales deben corresponder a las necesidades educativas de la población, a las demandas del mercado laboral y a las tendencias competitivas en el ámbito mundial.

El primer reto al que se enfrenta la educación superior, se refiere a la cobertura con equidad. En México sólo uno de cada cinco jóvenes entre 19 y 23 años tiene acceso a la educación superior. La cobertura con equidad constituye así el reto fundamental al que debe enfrentarse el sistema educativo, ya que una gran parte de la población no tiene acceso a estudios de educación superior, por diferentes razones de orden demográfico, económico y cultural.

El segundo reto se relaciona con la demanda laboral que está exigiendo una mayor competencia y mejor calidad de sus profesionistas. De ahí que la calidad en la formación universitaria se presenta como un reto ineludible, porque la calidad de la educación superior está relacionada con la formación integral de los individuos y su capacidad de contribuir al desarrollo sustentable de la sociedad. Se debe asumir el compromiso de formar profesionistas altamente capacitados en lo científico y tecnológico pero también cimentados en valores humanos y éticos para beneficiar el desarrollo de su entorno social.

Un tercer reto, no menos importante, se llama actualización e innovación, ya que el desarrollo científico y tecnológico de la mayor parte de las áreas del conocimiento está surgiendo de las IES, las cuales   deben   promover  la actualización  de los contenidos de la formación profesional, que a su vez debe traducirse en un mayor dominio de de la disciplinas respectivas, así como en un manejo más eficiente de los métodos e instrumentos modernos para su ejercicio en el mercado del empleo. Dicho proceso implica la superación continua de la planta docente, la evaluación y actualización permanente de los planes de estudio, para que sean pertinentes a las necesidades actuales de la planta productiva, del desarrollo sustentable, así como a la competitividad mundial (Tunnermann, 2008).

Otro reto se refiere a la formación humana integral del profesionista. No basta con aprender a conocer y aprender a hacer, surge también aprender a ser y aprender a vivir en relación con los demás, con el fin de lograr la autorrealización como persona y prepararse a participar y cooperar con los demás en la construcción de una sociedad más humana (Comisión Delors, 1996).

Ya el doctor José Narro, en su conferencia magistral dictada en la FIL, el 28 de noviembre de 2009, nos recordaba que la educación superior debe ser un poderoso instrumento para abatir la desigualdad de la pobreza y aportar conocimientos para la creación de nuevas alternativas de desarrollo, donde el ser humano y su bienestar sean lo más importante.

El proceso actual de deshumanización de la sociedad no podrá revertirse si no integramos en todos los procesos educativos la formación valoral y humana como una exigencia prioritaria.

Líneas de desarrollo de la educación superior en México y América Latina

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Los retos que hemos enunciado como sustantivos de la IES definen, de alguna manera, las  líneas de desarrollo que  deberán establecer en este tiempo:

Urge integrar los procesos educativos y superar la segmentación ideológica, administrativa y académica del Sistema Educativo Nacional para superar lo que hoy es una realidad: la dispersión en los contenidos, en los objetivos y en la finalidad  del sistema educativo nacional, así como la elevación correspondiente del presupuesto que ello conlleva.

La calidad educativa no puede ser opcional sino un imperativo fundamental y sustancial en todos los niveles de educación, muy en particular de la educación superior. Es una urgencia nacional, ante las deficiencias de la educación, para responder a las necesidades de la sociedad contemporánea. Cada vez se hace más lento el proceso educativo contrastando con la velocidad de los cambios que ocurren en la sociedad (Díaz Sobrino 2008).

Las  funciones sustantivas de la educación superior deben redefinirse y estructurarse en la operación universitaria como una unidad integral, de tal  manera que el docente enseñe lo que investiga, el alumno aplique lo que aprende, el entorno regule los fines  educativos, y la educación Superior ofrezca nuevos conocimientos, que como alternativas de solución, implemente nuevos campos profesionales, que eleven las condiciones de bienestar social-laboral (Didriksson 2008).

Urge rediseñar los procesos formativos que además de la calidad científica y tecnológica del profesional, lo califiquen como ser humano que entienda su profesión como una consagración al bien común y al establecimiento de la libertad, la justicia y la igualdad como imperativos de convivencia humana y condición indispensable para un desarrollo compartido.

Pero más urgente aún es la integración de todas las IES de nuestro país en un verdadero  Sistema Educativo de Educación Superior, con fines comunes, con estrategias compartidas, con acciones corresponsables y cooperantes de manera interinstitucional que nos lleve a todas las IES a enfrentar con claridad, firmeza y esperanza los retos que nos plantea la sociedad actual.

Termino citando una frase de Albert Einstein: “¿Cómo queremos  que las cosas cambien  si siempre hacemos lo mismo?  Si queremos que las cosas cambien tenemos que hacer acciones diferentes”.

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