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Beneficio de la cultura de calidad en una institución educativa de nivel superior

 Mtro. Tiburcio López Macias. Coordinador académico. Programa de Maestría en Pedagogía. Escuela Normal Superior Oficial de Guanajuato, México. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..

 

Resumen

El presente artículo ensaya acerca de los beneficios de una cultura de la calidad en las Instituciones de Educación Superior (IES) a partir del reconocimiento de la diversidad de paradigmas sobre la calidad que se han sucedido, que han influido en establecimiento de nuevos marcos de regulación de las IES, promoviendo procesos de evaluación y planeamiento para la mejora, así como procesos de acreditación y certificación. Cada institución participa en la generación de una cultura de calidad que enfatiza ciertas premisas y valores y desde ella se pueden ponderar los beneficios que le aporta, considerando el cumplimiento de su misión.

Palabras clave: Calidad de la educación; educación superior; acreditación.

 

Primera parte: La calidad

articulo 4 1El tema de “la calidad” surgió como una reacción frente a las fallas, las insuficiencias o defectos presentes en bienes o servicios, así como ante la falta de satisfacción de las personas que los consumen o emplean. El discurso de “la calidad” nació y se expandió del sector industrial manufacturero hacia el sector servicios. Tal discurso se nutrió de conceptos y métodos, unos referidos a la medición, otros relativos a la mejora o a la optimización. Varios ‘movimientos’ o paradigmas por la calidad han sucedido en las últimas tres décadas. También diversos han sido los argumentos para impulsarla, desde aquellos de naturaleza económica relacionados con la eficiencia y la competitividad, hasta aquellos otros asociados con la eficacia social, la equidad y la sostenibilidad.

Sean cuales sean los paradigmas o los argumentos en boga, pienso que lo esencial del tema de la calidad se refiere a la necesidad constante de elaborar y expresar juicios acerca de las cualidades inmanentes a los bienes y servicios, así como el cuestionamiento continuado acerca de su funcionalidad, pertinencia, eficiencia o eficacia. Por ende, en cualquier campo de la producción o de la provisión de servicios lo sustantivo es observar y revisar las características de los insumos, analizar y adecuar de manera constante los procesos involucrados, en aras de garantizar los resultados esperados, sea en relación a las características esperadas o deseables de los bienes y servicios, sea acerca de la satisfacción de los clientes, usuarios o beneficiarios finales.

Es preciso recordar que el tema de la calidad tiene que ver con un ejercicio social de clasificación: lo que es bueno, lo que no; lo que es mejor y lo que no; lo que satisface o lo que no. Sin embargo, esa clasificación es relativa en la medida en que los criterios y parámetros con los que distintos sujetos sociales elaboran el juicio sobre ‘la calidad’ son diferenciales. Por lo mismo, el uso de bienes y servicios de distintas “calidades”, mediado por su disponibilidad o por su asequibilidad, por diferentes sectores sociales, implican procesos de jerarquización y estratificación que redundan en la reproducción de estructuras de desigualdad social.

Segunda parte: La calidad en la educación superior

El tema de la calidad llegó al sistema educativo en distinto momento y con diferentes consecuencias según el nivel educativo (educación básica, media o superior). En el caso de la educación superior mexicana, en la década de 1980 la calidad se tornó un concepto difuso o retórico en un contexto de crisis económica, de reducción progresiva del gasto público asignado a las universidades y de los rezagos previos procedentes de la expansión del sistema durante la década previa. Temas clave de la calidad fueron la formación de profesores, la pertinencia de los programas de estudio frente a las “demandas” de los mercados de trabajo, las infraestructuras para sustentar los procesos de formación.

La calidad de la educación superior entró en tensión con las demandas crecientes de expansión de la cobertura en la década de 1990. Entonces, las universidades públicas fueron sometidas a nuevos procesos de regulación –en aras de la mejora de la calidad– que las hicieron competir por fondos presupuestarios concursables (FOMES, PIFI, PIFOP, por citar algunos). Dichos fondos implicaron que las IES participaran en procesos de evaluación y planificación institucionales que favorecieran un crecimiento controlado, con atención a ciertos criterios y parámetros básicos, asegurando perfiles de profesores, de equipamiento y desarrollo de infraestructura para la operación de los programas curriculares.

En la misma década inició la expansión de las IES particulares, que buscaron atender expectativas sociales –frente el déficit de oferta pública– por ingresar a la educación superior, gracias a la creciente escolarización secundaria de la población. Esa expansión sucedió con mínimos de regulación estatal, quizá auspiciada por la certeza (o creencia ingenua, según se quiera ver) de que el “mercado” sería capaz de establecer sanciones a los proveedores de servicios de calidad cuestionable. El crecimiento descontrolado de la oferta de programas de IES particulares condujo a que diversos sectores de la sociedad reclamaran el establecimiento de algunas formas de regulación. De ese modo emergieron las nociones y dispositivos relacionados con la acreditación de programas e instituciones, así como de una creciente oferta de agencias dedicadas a ello.

Mientras en las IES públicas el tema de la calidad favoreció la instalación de una amplia gama de dispositivos de planificación, gestión, evaluación y rendición de cuentas (como PROMEP, CIEES o el PNPC de CONACyT) que normalizaron procesos, en las IES particulares los procesos de evaluación implantados por las agencias de acreditación (auspiciadas y reguladas por la COPAES) empezaron a producir una creciente diferenciación institucional: por una parte, las IES que han aceptado y asumieron los retos derivados de los procesos de evaluación, generando nuevas dinámicas institucionales relacionadas con la planificación y la mejora continua; y, por otra parte, las IES que no han entrado a esa dinámica de revisión y siguen conformes con la participación de mercado que les permite continuar ofreciendo sus servicios.

IES del Estado de Guanajuato con al menos un programa evaluado/acreditado por CIEES, según régimen (2015)

IES Públicas IES Particulares
Universidad Tecnológica de León (8) Universidad de Celaya (6)
Instituto Tecnológico de Celaya (6) Universidad Lasallista Benavente (3)
Instituto Tecnológico de Roque (5) ITESM Campus León (1)
Universidad Politécnica de Guanajuato (4) Universidad De La Salle Bajío (1)
Universidad Tecnológica del Norte (6) Universidad de León (3)
Universidad de Guanajuato (55) Universidad De La Salle Bajío, C. Salamanca (1)
Instituto Tecnológico 24 de León (2)  
Universidad Politécnica de Juventino Rosas (1)  
Instituto Tecnológico del Sur de Guanajuato (3)  
Universidad Tecnológica del Suroeste de Guanajuato (6)  
Total: 97 programas Total: 16 programas
Incluye TSU, LUT y Posgrado (no incluye educación normal)
Fuente: http://www.ciees.edu.mx/index.php/programas/programas
Consultado el 8 de septiembre. Sin referencia a fecha de vigencia de la información 

 

IES del Estado de Guanajuato con al menos un programa evaluado/acreditado por organismos autorizados por COPAES (Junio de 2015)

IES Públicas IES Particulares
Instituto Politécnico Nacional (3) ITESM Campus Irapuato y León (10)
Instituto Tecnológico de Celaya (8) Universidad de Celaya (2)
Instituto Tecnológico de León (4) Universidad De La Salle Bajío (22)
Instituto Tecnológico Superior de Irapuato (10) Universidad Iberoamericana (7)
Instituto Tecnológico Superior del Sur de Guanajuato (3) Universidad Quetzalcóatl (1)
Universidad de Guanajuato (43)  
Universidad Politécnica de Guanajuato (4)  
Universidad Tecnológica del Suroeste de Guanajuato (4)  
Total: 79 programas entre 2004 y 2015 Total: 43 programas entre 2004 y 2015
Sólo incluye LUT (no incluye educación normal, TSU o Posgrado)
Fuente: http://sieduca.com/copaes/ Consultado el 8 de septiembre

 

IES del Estado de Guanajuato con Membresía/Acreditación Institucional (2015)

IES con membresía de ANUIES IES con membresía de FIMPES
IES Públicas Escuela Bancaria y Comercial (Campus León)
Centro de Investigaciones en Óptica, A.C. Instituto de Estudios Superiores del Bajío
Instituto Tecnológico de Celaya Instituto de Estudios Universitarios (Campus Salamanca)
Instituto Tecnológico de León ITESM (Campus León e Irapuato)
Instituto Tecnológico de Roque Universidad de Celaya
Instituto Tecnológico Superior de Irapuato Universidad De La Salle Bajío
Universidad de Guanajuato Universidad del Valle de Atemajac (Campus León)
Universidad Tecnológica de León Universidad Iberoamericana León
IES Particulares Universidad Insurgentes (Campus León)
Universidad de Celaya Universidad Latina de México

Fuente

http://www.anuies.mx/anuies/instituciones-de-educacion-superior

8 de septiembre  

Universidad Liceo Cervantino
Universidad Tecnológica del Centro de México (aspirante)
Fuente: http://www.fimpes.org.mx/index.php/instituciones

 

Sin ninguna duda, la gestión de la educación superior en un contexto de crisis económica, de financiamiento público limitado y por lo mismo competitivo, de crecimiento y diversificación de las IES públicas y particulares, ha favorecido que al interior de muchas de las Instituciones se haya instalado ya un conjunto de referentes y de prácticas relacionados con la evaluación, la toma de decisiones en el marco de procesos de planeamiento institucional, la mejora de continua en múltiples aspectos y dimensiones (pedagógica-curricular, administrativa-financiera, laboral, entre otras). Es decir, se ha ido instituyendo de modo paulatino una cultura de la calidad.

Tercera parte: Una cultura de calidad en las IES

articulo 4 2El día de hoy los problemas de la educación superior son semejantes a aquellos de principio de la década de 1980 y de la de 1990, dada la continua expansión de las instituciones y programas de estudio. Es decir, se sigue necesitando la presencia de personal docente idóneo y experimentado, con más formación pedagógica; se requiere de la actualización continua de planes y programas de estudio; de evaluar y mejorar prácticas docentes que atienden a un mayor número de estudiantes pioneros (cuyas familias no tienen la experiencia de la educación media o superior), así como de las prácticas de tutoría y acompañamiento de los estudiantes. También se ha de revisar la pertinencia y suficiencia del equipamiento tecnológico para apoyar el aprendizaje de los estudiantes. Pero el escenario es claramente distinto. Las instituciones, así el personal académico y administrativo que labora en ellas, cuentan con un bagaje distinto que les permite afrontar los retos de la gestión cotidiana de los programas de formación, en lo pedagógico curricular, en lo administrativo y en lo financiero.

La mayoría de las IES ahora cuentan con un lenguaje y un conjunto de referentes simbólicos que les ayuda a hablar en términos de la gestión de calidad sin embrollos semánticos. Es claro que cuando se habla de calidad se alude a las diversas articulaciones entre insumos, procesos y resultados, que facilitan que los estudiantes alcancen su perfil de formación profesional.

Pero la cultura de calidad vigente en las IES tiene sesgos locales, mediaciones interpretativas y ajustes procedentes de la práctica concreta de los actores que habitan las instituciones. Puedo entonces hablar de la existencia de “culturas de la calidad”, puesto que se configuran a partir de diversas creencias, valores, supuestos, representaciones y prácticas.

Así, puedo suponer que en algunas IES el tema de la calidad pudiera entenderse como un asunto relacionado con “cumplir normas”, “satisfacer estándares” o “atender criterios” establecidos por agencias externas, en aras de obtener acreditaciones. También, la calidad pudiera entenderse en otros casos como unas tareas relativas a la normalización de procesos y procedimientos, por lo que se busca obtener certificaciones específicas de tales procesos, sean administrativos u organizacionales (como toda la gama de las certificaciones ISO) y se despliega en estrategias de mejora continua. Otra postura en torno a la calidad pudiera referirse a asuntos mucho más cualitativos, centrados en la tarea pedagógica, en las prácticas docentes y de los estudiantes, etc.

No creo que una postura sea mejor que otra, sino que cada una da cuenta de la clase de cultura de la calidad que se ha ido constituyendo al interior de las IES. Cada postura manifiesta decisiones y estrategias institucionales tanto como los valores entendidos, lo que es importante, lo que se está dispuesto a promover o a clausurar. Así, hay instituciones que aprecian tener certificados sus procesos administrativos y con base en ello ofrecen sus servicios. Otras instituciones hacen énfasis en el número de programas acreditados por CIEES o por agencias de COPAES. Otras más, exhiben las acreditaciones institucionales que han logrado. Otras IES, por su parte, es probable que estén haciendo muchas y diversas cosas por mejorar la calidad de sus programas, procesos y prácticas, sus instalaciones, sus infraestructuras académicas o sus servicios en general, pero sólo ellas lo saben.

Todas las IES, sea que ofrezcan TSU, Licenciaturas o programas de posgrado, o aún programas de educación continua se encuentran en un contexto de creciente competencia y de escases de recursos, sean públicos o privados. Así que en el futuro cercano la disposición y fortalecimiento de las culturas de calidad institucionales harán la diferencia.

Cuarta parte: Beneficios de una cultura de calidad en una IES

Me parece que el asunto de la calidad y de las culturas de calidad instituidas o en desarrollo al interior de las IES no es un fin sino simple y llanamente un medio. Sí, un dispositivo que aporta elementos para asegurar el logro de la misión institucional, que implica hacerse cargo de su responsabilidad social primaria: hacer de la mejor manera posible lo que se propone con los recursos que se le confían.

La misión puede centrarse en formar profesionistas competentes, en producir el conocimiento necesario para el desarrollo económico, social y cultural; en transferir y aplicar nuevos conocimientos a través de la innovación tecnológica. O en ciertas combinaciones posibles. La cuestión es que al lograr la misión se alcanzan ciertos beneficios, que son tanto internos como externos.

Entre los beneficios internos a las IES puedo señalar, sólo a modo de ejemplo, el desarrollo de procesos y prácticas docentes, administrativas y organizacionales atentas a las personas –estudiantes y profesores–, a sus procesos de aprendizaje, de formación y desarrollo profesional integral. Así, también, el desarrollo de procesos y prácticas de gestión del conocimiento que faciliten trascender su sola distribución (o repetición simple) y den lugar a su creación y trasferencia a cargo de profesionistas creativos e innovadores.

Entre los beneficios externos puedo citar dos. Una cultura de calidad en las IES permite incrementar de manera progresiva los niveles de satisfacción de los egresados, sobre todo cuando ven que sus expectativas de formación profesional fueron colmadas; que son competentes para enfrentar la adversidad, que son innovadores y toman riesgos, que no se rinden fácilmente ante trayectorias de inserción laboral/profesional sujetas cada vez a mayores incertidumbres.

La cultura de calidad vivida en las IES educa a los estudiantes en esa cultura de la calidad. Entonces, ya como profesionistas, pueden disponer de ella, ponerla en acto a través de las acciones en las que participen atendiendo las necesidades de los sectores económico, social y cultural. El corolario de lo anterior es que las IES que aún no han desarrollado una cultura de calidad no están en las mejores condiciones para formar profesionistas de buena calidad.