cabeza

Vida universitaria y compromiso social

001

Lic. Carlos Arturo Espadas Interián
Profesor y encargado de Extensión y Difusión Universitaria
Universidad Pedagógica Nacional.

 

Resumen

El compromiso social universitario puede ser entendido desde vertientes que lo ubican como respuesta a necesidades de ciertos sectores específicos y que lo alejan de los segmentos sociales propiamente dichos. La misión de las universidades debe reorientarse desde la dinámica de su vida interna y no desde el servicio social profesional, las prácticas profesionales o la extensión universitaria. La necesaria definición de la vida universitaria en específico se convierte en una demanda categórica para que la universidad se inserte en el entorno de la comunidad y deje de ser un reducto acotado por conceptos abstractos, de conocimientos poco comprometidos, materializados en paredes y rejas limítrofes de los campus.

Palabras clave

Dinámica de la vida interna de las universidades, compromiso, sociedad.

Desarrollo

Las tendencias de mejora continua, certificación, acreditación, procesos de rendición de cuentas y otros subprocesos han invadido a las universidades en forma de evaluación, que implícitamente contienen proyectos de lo que debería ser la universidad, es decir, se priorizan y trazan estructuras que sirven para la asignación de recursos y con ello se le “redibuja”. La pregunta es ¿hacia qué modelos se le encamina?

Estas nuevas configuraciones no se dan en abstracto, se vinculan directamente con las necesidades del Estado, entendiendo Estado como las líneas de gobierno que representan o responden a grupos de poder dentro de las sociedades, tanto en lo nacional como en lo internacional. Las formas resultantes son producto de negociaciones entre las distintas esferas al interior de las universidades y los sectores sociales que signan la vida universitaria.

coepes-upn-leon-compromiso-social-introDesde esta perspectiva, definir el tipo de Estado que tiene un pueblo permitirá tener elementos iniciales de análisis para la conceptualización de las universidades que existen dentro de él; otros elementos emanan de las misiones institucionales, decretos, dueños –en caso de universidades privadas– y sus respectivas orientaciones ideológicas. Este es el primer paso para detectar cuál es el compromiso social que tienen las universidades.

El segundo paso radica en el concepto de universidad, pero no de la universidad en general, sino de la universidad en concreto, la universidad que cada uno construye: profesores, rectores, estudiantes, empleadores y sectores, la universidad en específico, para ello se tendría una pregunta: las visiones que existen de universidad entre académicos, estudiantes y sociedad ¿son las mismas?

Se recomienda hablar de la universidad en específico por encima de lo general, porque, de otra forma, se tiene entre las manos un trozo de realidad conformado por un crisol de visiones que matizan, orientan y reconfiguran cuestiones estructurales, fines, actuares e incluso presupuestos, es decir, hablar de la universidad es hablar de universidades, es englobar especificidades que se diversifican, en este caso en los marcos del actuar social.

La diversidad, para su análisis, se puede (con los considerables riesgos) sintetizar en una definición. Para definir a la universidad se partirá del siguientes señalamiento:

La Universidad es la corporación de estudiantes y profesores que por la investigación y la docencia se ordena a la contemplación de la verdad, a la unidad orgánica del conocimiento, al cumplimiento de las vocaciones personales y a la preparación de profesionales necesarios para la realización del bien común (Basave, 1971, p. 56, citado por Esquivel, 1999).

El planteamiento retoma una de las ideas originales de los inicios de las universidades europeas: la corporación, el gremio, en donde lo esencial se encuentra en la academia y el estudiantado, donde la relación con su dinámica propia define la vida sensible de la universidad, el alma institucional que se enraíza en las estructuras.

La definición contempla la docencia e investigación; habrá, sin embargo que considerar también la difusión como elemento constitutivo de las funciones sustantivas de la universidad.

Cuando se refiere la contemplación de la verdad y la unidad orgánica del conocimiento se complementa junto con la producción del conocimiento, que si bien se encuentra implícita en la investigación referida con antelación, es necesario explicitar.

Cuando refiere las vocaciones personales, que no lo son tanto, sino vocaciones culturales introyectadas por el individuo, contempla la dimensión individual y aborda la visión laboral al mencionar la formación profesional; al final de la cita, se encuentra el punto que mayor interés despierta: la realización del bien común. ¿Cómo entendemos el bien común?

Una definición de universidad podría ser entonces: La estructura relacional que se entreteje entre académicos y estudiantes en torno a la conservación, producción y socialización del conocimiento a través de la docencia, la investigación y la difusión que desembocan en el logro de un individuo profesional, de visión crítica y compromiso social que trabaja desde los distintos ámbitos del conocimiento y de la práctica para lograr un mundo mejor.

Ante este panorama, el compromiso social de la universidad se encuentra ligado a la visión de quienes laboran en ella, muestra de ello es el discurso de toma de posesión de José Vasconcelos (1920) como rector de la UNAM:

He revisado, por ejemplo, los programas de esta nuestra Universidad, y he visto que aquí se enseña literatura francesa con tragedia raciniana inclusive y me hubiese envanecido de ello, si no fuese porque en el corazón traigo impreso el espectáculo de los niños abandonados en los barrios de todas nuestras ciudades, de todas nuestras aldeas, niños que el Estado debiera alimentar y educar, reconociendo al hacerlo el deber más elemental de una verdadera civilización. Por más que debo reconocer y reconozco la sabiduría de muchos de los señores profesores, no puedo dejar de creer que un Estado, cualquiera que él sea, que permite que subsista el contraste del absoluto desamparo con la sabiduría intensa o la riqueza extrema, es un Estado injusto, cruel y rematadamente bárbaro.

No por esto que os digo vayáis a creer que pasa por mi mente el cobarde pensamiento de ofenderos insinuando que sois vosotros los culpables. Bien sé que muchos de vosotros habéis dedicado todas vuestras energías, con desinterés y con amor, a la enseñanza. Sin embargo, no habéis podido evitar nuestros fracasos sociales; no habéis servido todo lo que debíais servir acaso porque siempre se os ha mantenido con las manos atadas, y a causa de esto bien podéis afirmar que no sois vosotros los responsables, puesto que no habéis sido los dueños del mando.”

Una universidad que no se liga con las necesidades del pueblo está condenada a vivir en una parcela social, reducida a servir a los intereses privados y empresariales e incluso condenada a vivir en el abstracto inasible del conocimiento por el conocimiento mismo, frente al que se requieren pensadores comprometidos con la situación de marginación, atraso, pobreza y desesperanza inconsciente en la que viven muchos de los pueblos.

El pueblo no es la empresa, lo social no es el capital, la sociedad no es la mundialización, el desarrollo de los pueblos no solamente se mide en indicadores internacionales al servicio de las corporaciones y organismos internacionales.

La universidad tiene ante sí un reto que se entreteje con lo social: el fenómeno de su masificación

La calidad de la educación se ha diluido consistentemente con la explosión cuantitativa que, además ensombrece el poder del Estado en atender sus promesas y monopolios. (Torres, 1997)

Es decir, los aumentos cuantitativos no necesariamente repercuten en cambios cualitativos (segunda ley del marxismo: Ley de tránsito de los cambios cuantitativos a cualitativos), al menos no en educación, es decir, no basta que un pueblo tenga universidad, cuántas universidades tenga un pueblo o cuántas universidades se abran y proyecten, lo básico es: qué tipo de vida universitaria tiene lugar en esa o esas instituciones.

La vida universitaria está llamada a ser el espíritu de las instituciones, signa su razón de ser y determina el tipo de compromiso social, no solamente en los servicios sociales, prácticas profesionales o extensión universitaria, sino en la dinámica interna de cada proyecto, acción y materia, es decir, no es trabajar desde rubros esquematizados en la estructura, sino además, en cada uno de los actos que implica el existir en la universidad.

Sin embargo, actualmente existen otros fenómenos que agravan la imposibilidad de un vínculo entre las universidades y la sociedad:

[…] la universidad mexicana (por no decir la latinoamericana) ha sido ampliamente criticada por diversos sectores de la sociedad. Tradicionalmente, ha representado una organización de absoluta connotación dependiente con respecto a las estructuras que rigen los destinos de la sociedad y es vista como cuna del negocio redondo: altas colegiaturas, bajos salarios, sobrepoblación estudiantil, baja calidad de planes y programas, instalaciones cuanto menos costosas mejor (aunque lo costoso no garantiza la calidad y eficiencia de equipo). Su pasividad, y el no compromiso, le imprimen los rasgos característicos para establecer la hipótesis citada.(Torres, 1997)

El reto no está en el servicio social, sino en la dinámica y razón de ser de la universidad, con una estructura propia, que permita visualizar alternativas de mundos que generen desde una perspectiva auténtica, por un lado y por otro, la situación laboral con profesores adscritos a las universidades en la modalidad de hora semana mes o por contrato que restan profundamente sus garantías laborales pero que se apegan al estilo de los tiempos laborales.

La pasividad de la universidad (Torres, 1997) es una pasividad social, el rango de visión de las universidades se encuentra enfocado al trabajo directo de intentar dar respuesta a las demandas empresariales y corporativas que nada tienen que ver con lo social. Con esto no se pide que la universidad deje de estar orientada al sector productivo, al contrario enfocada a lo productivo desde una visión social, basten para ello los siguientes ejemplos:

En la perspectiva de una reforma universitaria […] varias experiencias […] Arquitectura […] impulsando formas de orientación popular de la práctica arquitectónica. […] otra experiencia alternativa notable fue el proyecto A-36 de Medicina […] La medicina comunitaria promovida por este proyecto se convirtió […] en un desafío a la tradición dominante. […] Otra innovación […] fue el viraje que se le imprimió al currículum de Veterinaria, desplazando la antigua noción curativa […] colocando en su lugar una concepción fundada en la producción alimentaria que es y debe seguir siendo una prioridad nacional […] (Guevara, 1988, pp. 112-113)

Dentro del texto La educación Superior en el Siglo XXI, líneas estratégicas de desarrollo la ANUIES (2000), considera dentro del sexto postulado que la universidad tiene un compromiso con la construcción de una sociedad mejor:

Por la naturaleza misma de las IES, sus integrantes tienen mayor conciencia que sus conciudadanos de la complejidad de los problemas del país. Junto con esto, el compromiso con la calidad, pertinencia y equidad, y los valores a que se refiere el postulado anterior, llevan a la conclusión de que el quehacer de las IES deberá tener como orientación fundamental contribuir a que México llegue a ser una sociedad más acorde con estos mismos valores. El trabajo de las IES deberá respetar su naturaleza de instituciones académicas que establece el segundo de estos postulados.

El compromiso social real se desdibuja en los conceptos “calidad”, “pertinencia” y “equidad”; lo social trasciende estos conceptos, lo social solamente se puede tratar directamente: pobreza, marginación, desempleo, ausencia de desarrollos regionales, alcoholismo, drogadicción, criminalidad, desempleo, subempleo, ignorancia y otros más. Hay que cambiar el discurso para percibir la realidad, lo que no se nombra deja de existir en el plano de la ilusión individual, pero no en el plano de lo real y grita y lucha por darse a notar, incluso a través de las movilizaciones sociales o en su caso de movimientos semiestructurados como el graffiti, o los delitos en pequeño.

Sin embargo, la redefinición de algunos conceptos, como pertinencia, entendida como la definió la UNESCO en la Conferencia Mundial de Educación Superior de 1998: “La acción transformadora de la universidad en su contexto” representan una esperanza dentro del lenguaje “postmoderno”.

Dentro de los desafíos que tiene la educación superior mexicana se explicita que:

[…] los egresados universitarios podrán estar en condiciones de insertarse en el proceso de desarrollo de nuestro país promoviendo activamente una cultura científica y tecnológica, así como los valores del crecimiento sustentable, la democracia, los derechos humanos y el combate a la pobreza, con miras a una sociedad global, armónica y solidaria en la que prevalezcan dichos principios. (ANUIES, 2000)

El asunto central y neurálgico no radica en los egresados y lo que estos puedan hacer o deban hacer, sino en el papel de la universidad y el trabajo que realicen tanto estudiantes como catedráticos, administrativos y directivos. El combate a la pobreza, por ejemplo, no lo podrán hacer los egresados de forma aislada, debe ser un trabajo que sume esfuerzos, proyectos, investigaciones y acciones sistemáticas y con recursos, desde una visión institucional que posibilite tener impacto ahí en donde se desea intervenir.

El compromiso social de la universidad no es una línea de trabajo, no es el Servicio Social Universitario, como ya se ha mencionado, es el estilo y una de las razones de su existencia, es el matiz en cada proyecto y acción, es su esencia, no es una instancia o un proyecto, es el diseño curricular, el insertarse en la comunidad y el vivir en sociedad, no encuartelada dentro de los recintos universitarios, con vigilantes, bardas y rejas, sino dentro de la comunidad.

Por ello es necesario escudriñar la dinámica interna de la universidad, en su conjunto para determinar cuál es su compromiso social, es decir, la universidad estructura la dinámica interna y al mismo tiempo es estructurada por ella, así la dinámica se convierte en una estructura estructurante (Bourdieu, 1988), que determina la visión y el actuar universitario.

Se requiere precisar el planteamiento: la universidad al dar respuesta a su compromiso social, contribuye mas no generará que una sociedad salga del atraso y de la pobreza, esos son problemas estructurales de Estado, es decir, no se debe llegar a los planteamientos de la década de los 50 y 60 en torno al compromiso social,

[…] el compromiso social se presentaba a través de la creencia […] que la educación era una de las principales palancas que ayudaría a los países a salir del subdesarrollo. Esta época ha sido llamada por algunos autores la edad de la inocencia debido al optimismo que despertaba la educación como garantía de mayor productividad económica y movilidad social. (García, 2008)

Solamente faltan unas preguntas que podrían ayudar en este análisis: ¿Hasta dónde debe involucrarse la universidad?, ¿cuáles son las grandes líneas de trabajo que deben ser abrazadas por la universidad?, ¿qué se espera de una Universidad?, ¿cómo interpretan el compromiso social las distintas universidades?, ¿quiénes guían las acciones del compromiso social en las universidades?, ¿qué universidades tienen compromiso social y cuáles lo asumen y cómo lo hacen?, ¿cuánto han cambiado las visiones y con ellas los discursos?, ¿qué es lo que quieren , quiénes, de las universidades?

Referencias

ANUIES (2000) La educación superior en el siglo XXI. Líneas estratégicas de desarrollo. Recuperado junio, 16, 2011 de http://www.anuies.mx/servicios/d_estrategicos/documentos_estrategicos/21/index.html

ANUIES. La universidad mexicana en el umbral del siglo XXI. Visiones y proyecciones. Recuperado junio, 16 de http://www.anuies.mx/servicios/d_estrategicos/libros/lib7/000.htm

BASAVE Fernández del Valle, Agustín (1971). Ser y quehacer de la Universidad. “Estructura y misión de la Universidad vocacional”. Centro de Estudios Humanísticos de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México.

BOURDIEU, P. (1988) La Distinción. Editorial Taurus, Madrid.

Corral, Esquivel, Archundia & Parent (1999) ¿Qué es universidad? Recuperado junio, 16 de 2011 de http://www.uaemex.mx/ceu/publi/univers/univer24.pdf

García C. C. (2008) El compromiso social de las universidades. Cuadernos del CENDES, 25 (067) recuperado 16 de junio de 2011 http://redalyc.uaemex.mx/pdf/403/40306707.pdf

Guevara Niebla, G. (1988) La democracia en la calle, crónica del movimiento estudiantil mexicano. Siglo XXI, México.

UNESCO (2008) “Educación superior y sociedad. El movimiento de responsabilidad social de la universidad: una comprensión novedosa de la misión universitaria”. 13(2) recuperado junio 16, 2011 de http://unesdoc.unesco.org/images/0018/001820/182067s.pdf

VASCONCELOS J. (1920) “Discurso en la universidad”. Recuperado junio, 16 de 2011 de www.iesalc.unesco.org.ve/.../1920_mexico_josevasconcelos.pdf