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Educación cívica: La democracia y los jóvenes

revista-coepes-4-2Resumen:

En el contexto social, político y económico de nuestro país, se vivió un clima de incertidumbre por las  próximas pasadas elecciones federales, estatales y municipales, que nos llevó a la reflexión sobre la educación, el civismo, la democracia y la juventud, de tal suerte que sigue siendo prudente hacer una reflexión sobre educación, civismo, democracia y juventud. El presente artículo invita a una reflexión sobre el  desarrollo moral y su relación con la educación cívica de nuestros jóvenes, teniendo como marco  de referencia la teoría propuesta por Lawrence Kohlberg y el valor de la democracia. Asimismo se perfilan algunas líneas de acción para favorecer  el desarrollo cognoscitivo de niños y jóvenes base para el desarrollo moral desde la perspectiva de las teorías estructuralistas de Jean Piaget y Kohlberg.

M. en I.E. Carmen Eugenia Jaime Rosales
Universidad Tecnológica del Norte de Guanajuato
Profesora de Tiempo Completo
Dolores Hidalgo, Gto.
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01 (418) 1825500 ext. 1321

Palabras Clave:

Desarrollo moral: concepto clave en la teoría de Kohlberg que apunta sobre la formación de juicio moral como un proceso cognitivo que nos permite reflexionar sobre nuestros propios valores y ordenarlos en una jerarquía lógica.

Desarrollo cognoscitivo: estadios globales que permiten al ser humano la construcción del conocimiento desde la infancia y la adolescencia, abordado particularmente por la disciplina fundada por Jean Piaget.

Educación cívica: formación del ser humano dirigida a las relaciones sociales y la búsqueda de espacios para la convivencia social.

Jóvenes: estadio del ser humano que se caracteriza por el inicio de la adultez y por el logro de la autonomía.

Democracia: en sensu lato (sentido amplio), es una forma de convivencia social, cuyos miembros son libres e iguales, y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos contractuales.

En el contexto social, político y económico de nuestro país, se vivió un clima de incertidumbre por las próximas pasadas elecciones federales, estatales y municipales, que nos llevó por decisión a la reflexión sobre la educación, el civismo, la democracia y la juventud.

Casi todos los ciudadanos de este país, o al menos parto del supuesto, conocemos o sufrimos de manera directa o indirecta los graves problemas políticos, económicos y sociales que aquejan a nuestra nación. Las personas viven cansadas de la violencia, de la inseguridad, de la desigualdad, de la superficialidad de los medios masivos de comunicación, etc. Sin embargo, como causa raíz de estos problemas existen otras dificultades de naturaleza distinta que se tienen que afrontar para cambiar nuestra situación.

Comprometidos con el proceso educativo del país, propongo hacer una breve reflexión sobre las ausencias que observo en la formación del carácter cívico de nuestros jóvenes y que da como resultado una pobre participación ciudadana y democrática; se respaldará dicha observación con una brevísima revisión sobre algunos principios básicos de la teoría de Lawrence Kohlberg.

En la Teoría del Desarrollo Moral, su autor, el psicólogo y filósofo estadounidense, Lawrence Kohlberg (1927-1987), fundamenta tres grandes niveles en el desarrollo moral de una persona: preconvencional, convencional y postconvencional; cada uno contiene, a la vez, dos estadios o etapas. En total son seis estadios de madurez creciente y con razonamientos morales diferentes. El desarrollo moral se produce siempre pasando progresivamente por los diferentes estadios, sin ningún tipo de salto evolutivo y vincula el desarrollo moral con el desarrollo psicológico de la persona, uno requiere del otro; sin desarrollo psicológico no hay desarrollo moral.

Para Kohlberg el desarrollo moral depende de estímulos entre los cuales destacan los estímulos cognitivos puros, considerados como base necesaria para el desarrollo moral. La ausencia de los estímulos cognoscitivos necesarios para desarrollar el razonamiento lógico-formal puede ser importante para explicar los topes de nivel moral (Palomo).

Lo anterior nos lleva a una conexión con la Teoría del Desarrollo Cognoscitivo, propuesta por Jean Piaget respecto a los estadios del desarrollo. En el primero, encontramos la etapa de pensamiento sensorio-motora (desde el nacimiento hasta los dos años). En el último, el desarrollo de las operaciones formales necesarias para la formación de los conceptos morales.

En los años 90, la UNAM realizó un estudio sobre la situación de los adolescentes en nuestro país, en relación al desarrollo cognoscitivo desde la perspectiva teórica de Piaget, cuyos resultados revelaron que la mayoría no alcanzaba a desarrollar el último estadio (Operaciones Formales). A continuación, se cita textualmente:

En el nivel de la enseñanza media superior y aun en la superior, las operaciones del pensamiento formal deberían ser imprescindibles. La realidad, sin embargo, entrega datos negativos (…) Investigaciones realizadas tanto en países desarrollados como en los que están en vías de desarrollo demuestran que la mayoría de los estudiantes (…) no manifiestan de manera sistemática esquemas de pensamiento formal. En el caso de Latinoamérica esto ha sido demostrado (…) también para el caso de México (Rigo Lemir, 1983; Díaz Barriga 1984: Lule, 1986 y Rodríguez López, entre otros, citado por  Uribe Ortega, CISE, UNAM, 1993)

Con el respaldo de la teoría antes expresada, se reitera que la formación cívica en nuestro país se ha organizado a partir de enfoques que promueven la “asimilación de patrones conductuales” y de modelos externos y no sobre la base de una comprensión social y desarrollados como resultado de una interacción personal.

Esto implica que la adolescencia, debido a la ausencia de un desarrollo pleno de las operaciones formales, conlleva una carencia del desarrollo moral desde el enfoque propuesto por Lawerence Kohlberg. Y es que, justamente, la interacción se da a partir de patrones asimilados y no como resultado de una fuerte interacción personal.

La educación cívica, como parte del desarrollo moral del ser humano, es un tipo de formación vinculada al desarrollo de las habilidades sociales, la que permite a su vez, fortalecer los espacios de convivencia social. Asimismo, encontramos dentro de ésta, la enseñanza de las reglas de ordenamiento a través del desarrollo de comportamientos y conocimientos que le facilitan al ser humano interpretar y evaluar información política y desarrollar un análisis crítico de la democracia y del papel de los ciudadanos en la vida de un país.

En el nuestro, la educación cívica ha ocupado un papel importante dentro de los programas educativos, fundamentalmente en la educación básica. Sin embargo, desde mi perspectiva, los esfuerzos se han orientado casi con exclusividad a la “asimilación de valores o normas” lo que “supondría una internalización” por parte de los niños (en términos de la postura de algunos autores como Hartshorne y May, Bandura y Brown), de estas normas a lo largo de su desarrollo. Así nos lo expresa Palomo González en la Teoría y Práctica del Desarrollo Moral en la Escuela.

La educación cívica en México está obligada a dirigir su mirada bajo la  perspectiva de las teorías estructuralistas sobre el desarrollo moral, centrada en marcos interpretativos del sujeto que forman sistemas de pensamiento unificados y globales, ya que a través de estos marcos interpretativos el niño percibe las situaciones sociales y organiza los juicios sobre lo que debe o no debe hacer. No se rige por las reglas a través de modelos externos -propio de la teoría del aprendizaje social-, sino por esquemas de comprensión social desarrollados en la interacción personal (Palomo).

Lo anterior nos compromete a una reformulación de los programas educativos o, dicho de otra manera, a reconsiderar el enfoque del desarrollo moral de nuestros estudiantes, desde los primeros años de escolarización hasta la educación media superior.

Por otra parte, en este esfuerzo por la formación moral de nuestros niños y jóvenes, no se pretende que la escuela sea el único espacio de responsabilidad en dicha formación, ya que los padres están incluidos intrínsecamente en el marco de responsabilidad en la educación de sus hijos.

revista-coepes-4-2-1En el tercer nivel, el postconvencional, que explicó Lawrence Kohlberg en su tesis doctoral sobre el desarrollo moral, se integra el estadio de derechos prioritarios y contrato social con el de principios éticos universales. En tal estadio, el valor de la democracia encuentra total sentido como una forma de organización de grupos de personas cuya característica predominante es que la titularidad del poder reside en la totalidad de sus miembros, ejerciendo la toma de decisiones en representación de la voluntad colectiva de los miembros del grupo.

En sensu strictu (sentido estricto), democracia es una forma de organización del Estado, en la que las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que le confieren legitimidad a los representantes.

En sensu lato (sentido amplio), democracia es una forma de convivencia social, cuyos  miembros son libres e iguales, y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos contractuales.

Luego entonces, las generaciones de jóvenes y niños están muy alejadas de estos ideales ya que no han podido desarrollar los llamados estímulos cognitivos puros considerados como base necesaria para el desarrollo moral.

Entonces, parece pertinente hacer una relación causal entre las deficiencias que muestra nuestra educación cívica y el desarrollo moral con la realidad citada por  Hurtado en México sin sentido (2011), en donde plantea que los tres problemas que nos agobian son el estancamiento económico, la violencia criminal y el fracaso de la democracia. Subraya que en México “hemos perdido el sentido de nuestra existencia colectiva”, y que debemos “impulsar la transición de la democracia electoral a la democracia ciudadana desde la democracia misma”, mediante un cambio en nuestra forma de vida con una reforma moral. La sociedad mexicana está desintegrada, desorientada y desalentada. Hay un vacío de ideas, de valores, de proyectos, de aspiraciones. En los días más grises todo parece simulacro y tramoya. El sentimiento es de fracaso y la actitud de renuncia. No hay incentivo para actuar, sobre todo para actuar de manera organizada. Esto se debe, entre otras causas, a que el tejido social está desgarrado por la frustración y la violencia. La gente sospecha del vecino, se recluye en círculos pequeños o, en el peor de los casos, dentro de sí misma.
Por lo anteriormente expuesto, no es de extrañar que se hagan afirmaciones tales como: No hay moral, no hay valores, la juventud no presenta valores, etc. Lo que ha fallado en el intento es que los esfuerzos han estado equivocadamente orientados.

Es necesario realizar transformaciones en los modelos didácticos que padres y maestros siguen en la formación de los niños y jóvenes, hago énfasis en que me refiero a modelos didácticos y no únicamente a modelos pedagógicos.

Asimismo se hace necesario el trabajo a fondo sobre el desarrollo cognoscitivo de nuestros hijos, de nuestros estudiantes; las asignaturas pendientes en nuestras casas y escuelas son la promoción del desarrollo de habilidades cognoscitivas y el desarrollo moral desde la perspectiva de las teorías estructuralistas de Piaget y Kohlberg.

La educación formal debe ponerse al servicio de la transformación, como práctica de la libertad y no para la reproducción de la desigualdad. Educación para la formación de un pensamiento complejo al servicio de la formación de pensamientos formales y de metacognición.

Sumado a lo anterior, si los padres utilizan unas técnicas coherentes de disciplina que impliquen razonamiento y explicaciones o discusiones que tengan en cuenta las opiniones de los demás, el juicio moral será maduro y la conducta moral más autocontrolada.

Un país que promueve la democracia como estado-gobierno, requiere el fomento del desarrollo moral y prácticas de socialización e interacción desde edades tempranas.

Los valores, la moral, el liderazgo y la democracia hay que vivirlos y enseñarlos a través del ejemplo de padres y educadores, respaldados por marcos de referencias fuertemente interpretados.


Bibliografía:

1.- dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=117615 (Consulta: 14 de junio 2012)

2.- http://estepais.com/site/?p=37183 (Consulta: 19 de junio 2012)

3.- www.eluniversal.com.mx/editoriales/54700.html  (Consulta:18 de junio 2012)

4.- Hurtado, Guillermo, (2009) “Reflexiones filosóficas sobre la crisis de México” [en línea]. Revista de la Universidad de México. Nueva época. Diciembre 2009, No. 70 <http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/7009/hurtado/70hurtado.html> [Consulta: 14 de junio 2012)

5.- http://es.wikipedia.org/wiki/Democracia (Consulta:18 de junio 2012)

6.- www.xtec.cat/~lvallmaj/passeig/kohlber2.htm (Consulta: 14 de junio 2012)