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Las Competencias Profesionales un Reto en la Educación

revista-coepes-7-4-aAutor

Norma Arriaga Villanueva
Profesor de tiempo completo
Universidad SABES, Irapuato
Asesor virtual Universidad virtual UVEG
Candidato a Doctor en Administración con especialidad en Desarrollo Organizacional, Universidad de Celaya
Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla. , noarriaga @uveg.edu.mx

Los maestros definimos competencia frecuentemente con las siguientes palabras: desarrollar habilidades, incrementar destrezas, aumentar capacidades, mejorar actitudes; conceptos que por sí mismos resultan ambiguos.  Es decir, las múltiples  palabras con que asociamos las competencias carecen de especificidad con otros términos que hacen complejo el concepto de competencia, porque los procesos  constituyen acciones que deben tener un inicio y un final identificable; que implican la articulación de los diferentes elementos que van en concordancia con las demandas o requerimientos del contexto.

Esta incidencia pone de manifiesto que comúnmente competencia es un concepto en vía de construcción más que un concepto operativo, considerando que el objetivo es orientar procesos que buscan lograr concretamente la realización plena de la mujer y del hombre, lo que a cada  persona corresponde y es propio de su ser personal. Asimismo contribuye al mejoramiento de la calidad de vida del entorno social ya que ningún ser humano se forma para sí mismo, sino que lo hace en un contexto sociocultural determinado con el objeto final de mejorarlo.

Lo último mencionado requiere que los formadores de recursos humanos  estudiemos con mucha dedicación y profundidad este enfoque y lo usemos como una herramienta para lograr la calidad educativa; aplicable desde cualquiera de los modelos pedagógicos existentes como socialización de Vygotsky, de estadios de Piaget o la integración de ambos modelos, etcétera.

Para dar sentido a los comentarios anteriores es necesario repasar cómo se concibe el concepto de competencia. El concepto como tal se comenzó a estructurar en la década de los sesenta con base en la lingüística de Chomsky  y la psicología conductual de Skinner; el primer autor propuso el concepto de competencia lingüística como la estructura mental implícita y genéticamente determinada, que se pone en acción mediante la comunicación; como el uso efectivo de la capacidad lingüística en situaciones especificas. A partir de esta aportación, el concepto de competencias comenzó a tener múltiples críticas, desarrollos y nuevos enfoques, tanto en la lingüística como en la psicología conductual, cognitiva y en la educación.

A continuación se enuncia el concepto de competencias en general: Las competencias según Tobón (2008) son procesos complejos de desempeño con idoneidad en un determinado contexto, con responsabilidad.

Aneas (2003), nos dice que las competencias profesionales son las respuestas que una persona da a los requerimientos de su puesto de trabajo, mismo que está ubicado en una organización concreta, un sector o actividad determinada y bajo un contexto concreto social, económico y político.

Considerando las definiciones anteriores, una primera reflexión es que el concepto de competencia integra, como se puede observar, un conjunto de conocimientos, procedimientos y actitudes combinados, coordinados e integrados en el sentido de que el estudiante ha de saber-hacer y saber-estar para el ejercicio profesional.

Lo anterior quiere decir que la caracterización de las competencias está integrada por las capacidades afectivas, cognitivas y psicomotrices, que permiten el logro de las competencias; que a su vez son el producto de una serie de factores distintos entre sí pero armónicos; estos factores son conceptos, procedimientos, actitudes y valores.

revista-coepes-7-4-bEfectivamente, las competencias son definibles en la acción; pero la segunda reflexión es que las competencias no se reducen al saber, porque contar con capacidades no significa ser competente; sino que poniendo en práctica-acción la competencia, es como se llega a ser competente. Tampoco se reduce al saber–hacer si el educando solo imita o aplica rutinariamente los recursos de los saberes.  Pero si al hacer pone en práctica los sentidos y encadena una serie de instrucciones y las aplica consecutivamente y no en forma aislada, con ello demuestra que sabe y actúa; entonces sí, el estudiante hace alusión a la competencia y el profesor puede asegurar haber acomodado los elementos y el contexto para que los educandos alcancen la competencia.

De lo anterior se infiere que las competencias pueden ser adquiridas a lo largo de toda la vida activa y constituyen por lo tanto un factor de capital de flexibilidad y adaptación a la evolución de las tareas y empleos.

El contexto es el aspecto clave de la definición de competencias, porque constituye todo el campo disciplinar, social, cultural y ambiental que rodea e influye  una determinada situación. En el plano educativo si las competencias se ponen en acción en un determinado contexto, éste puede ser educativo, social, laboral o científico.

Lo anterior apunta a la dirección de análisis y solución de problemas en un contexto particular en el que a partir de dicho análisis se movilizan permanentemente todos los saberes o recursos que disponen nuestros educandos para resolver eficazmente el problema. Es importante considerar que ello no quiere decir que cada contexto exija una competencia particular, sino que la propia situación demanda una experiencia contextualizada de los recursos disponibles de los educandos en una acción combinatoria de los mismos; gracias a la flexibilidad y adaptabilidad de las competencias se puede obtener la solución o respuesta idónea para dicha situación.

El análisis y las reflexiones sobre los elementos más destacables del concepto de competencias, es probable que permita sentirnos, como docentes, más fortalecidos al tomarlo como la retroalimentación de nuestra práctica de enseñanza.

Después de estas reflexiones, será más sencillo tomar el concepto de competencias y llevarlo a nuestras aulas presenciales y/o virtuales ante educandos de nivel universitario que  trabajan y estudian.

Se concluye  que  es necesario  que los  docentes dominemos  ampliamente los enfoques del concepto de competencias y generemos un cambio en la enseñanza de tal manera que propiciemos en la formación de nuestros educandos el fortalecimiento de sus habilidades cognoscitivas, meta-cognitivas, la capacidad de actuación, el conocimiento y regulación de sus procesos afectivos y motivacionales, para que logren el desempeño idóneo  en los diversos contextos culturales, sociales y laborales.

También, es necesario hacer partícipes a los estudiantes en el proceso, conduciéndolos a que sean protagonistas activos, que se apropien del conocimiento y lo apliquen a su vida diaria para resolver los problemas que se les presentan y para realizar propuestas contundentes al desarrollo de su entorno.

A las instituciones gubernamentales que regulan las políticas educativas, se recomienda que  planifiquen, que faciliten los recursos para que se logre concretar la educación basada en competencias y que este enfoque sea tangible en los alumnos de todos los niveles educativos.

Asimismo, se debe promover la evaluación confiable con resultados que impacten en la motivación de los agentes que intervenimos en el proceso enseñanza- aprendizaje.

Las instituciones de educación en general deben reforzar los planes y programas que se tienen conforme al término competencias, recomendando a las autoridades a que ejerzan liderazgo docente para que los elementos del enfoque se apliquen y realmente se logren las competencias.

Como facilitadores de nuestros alumnos tenemos el compromiso ineludible de conocerlos como personas y como seres humanos, sobre todo debemos percatarnos a través de las diferentes estrategias didácticas que apliquemos, de sus necesidades y de esta manera contribuir a su formación integral que los convertirá hombres de bien en todas sus dimensiones.    

A través de los programas de tutorías, también podemos coadyuvar a la  formación integral de nuestros educandos porque nos permite indagar qué le afecta en forma directa o indirecta en su proceso enseñanza-aprendizaje y en su desarrollo académico. En combinación con nuestra función como facilitadores debemos ofrecerle un adecuado desarrollo de conocimientos, habilidades y actitudes que le permitan una acertada toma de decisiones para su proyecto de vida, personal, familiar, profesional y laboral.  

Con la convicción de que nuestra participación como docentes constituye una estrategia perfecta para la transformación educativa que implica acompañar a nuestros educandos a lo largo de su trayectoria, impactando su desarrollo armónico, propongo un actuar docente efectivo para lograrlo, así como identificar de manera oportuna sus necesidades, valorarlos como personas, efectuar programas de tutorías individual y grupal, capacitarnos en competencias docentes y mostrándonos ética y profesionalismo en el desarrollo de nuestra labor.

Estamos en el mismo barco y llevamos el mismo rumbo con la misma meta ¡Sigamos uniendo esfuerzos!

 


 

Referencias

Aneas (2003). Competencias profesionales, análisis conceptual y aplicación profesional. Recuperado de www.gloogle.com

Tejada (1999). Acerca de las competencias profesionales. Recuperado de www.gloogle.com

Tobón (2008). Aspectos básicos de la formación basada en competencias en la educación superior. El enfoque complejo. Recuperado de www.gloogle.com