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A propósito del aniversario 25 de las Universidades Tecnológicas: una reflexión sobre su pertinencia

Dr. Javier Vázquez Velázquez obtuvo su doctorado en Administración con línea de investigación en la administración educativa; grado obtenido por la Universidad Autónoma de Querétaro. Actualmente ocupa el puesto de secretario académico en la Universidad Tecnológica de León.

 

Reseña

A partir de la celebración de los 25 años de las universidades tecnológicas se realiza una reflexión conceptual sobre uno de los atributos de su modelo educativo: la pertinencia con el mundo laboral. Se problematiza esta articulación y se proponen nuevas relaciones que enriquezcan su comprensión para el logro de una permanente investigación.

Palabras clave: Pertinencia, mundo laboral, universidades tecnológicas.

En este año, 2016, las universidades tecnológicas cumplen 25 años de haberse creado en nuestro país. Poseen —entre otros— el atributo de la pertinencia con el mundo laboral, entendida ésta como “el fenómeno por medio del cual se establecen las múltiples relaciones entre universidad y el entorno” (Malagón 2006:38). Estas universidades se conciben como instituciones de educación superior tecnológica que responden con oportunidad a la formación de los cuadros profesionales para el sector productivo y de servicios; ofrecen carreras de corta duración de Técnico Superior Universitario (TSU) y con continuidad de estudios (Licenciatura). Se fundamentan en un modelo educativo centrado en el aprendizaje con enfoque por competencias profesionales.

En este trabajo se hace una reflexión del atributo de la pertinencia y su articulación con el mundo laboral; para ello, se presenta una panorámica del surgimiento del modelo educativo de las universidades tecnológicas y un análisis conceptual de la complejidad de la pertinencia con el mundo laboral.

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Las universidades tecnológicas

Las universidades tecnológicas se crearon en 1991 como organismos públicos descentralizados de los gobiernos de los estados; en los años noventa era inminente la apertura comercial y la economía del conocimiento planteaba nuevos retos al mercado de trabajo. En diversos foros se recalcaba la idea de que la inversión en educación mejoraría los índices de bienestar de la población y con ello vendría un desarrollo paulatino; se reforzaba el argumento del fuerte lazo y pertinencia entre la educación y el mundo laboral. Bajo esta lógica se concibieron a las universidades tecnológicas, para hacer frente a los retos que planteaba el desarrollo y como un elemento crucial a fin de maximizar el rango de oportunidades en beneficio de la población y del mundo laboral.

Los antecedentes de las universidades tecnológicas datan de los años 1970 a 1973, cuando la Secretaría de Educación Pública (SEP) realizó estudios comparativos de los sistemas educativos de los principales países del mundo; de esta revisión se identificaron las modalidades educativas de bachillerato más dos años: en Estados Unidos, los Community Colleges y en Francia los Instituts Universitaires de Technologie (IUT), entre otros países industrializados; sin embargo, en esas fechas no existió una necesidad expresa del sector productivo por estas modalidades (SEP, 2000: 8).

La modalidad de las universidades tecnológicas se empieza a cristalizar con base en el Programa Nacional de Modernización Educativa 1989-1994, en el cual la educación técnico-profesional orientada al trabajo formó parte de las políticas propuestas para modernizar la economía mexicana, al tener como trasfondo la preocupación por la calidad de la educación superior; el nuevo modelo debía incorporar las transformaciones necesarias que le permitieran responder a las cambiantes condiciones del contexto nacional y orientarlas a una educación relevante para los diversos grupos socioeconómicos de la población. En 1991 surge la modalidad de TSU, que se ubica en el nivel 5 de la CINE (Clasificación Internacional Normalizada de la Educación de la UNESCO). “El impacto para el sector educativo se tradujo en demandas sobre la productividad, flexibilidad y capacidad de adaptación tecnológica de la fuerza de trabajo, en especial de los niveles medios y altos de calificación formal” (Silva, 2006: 45). En septiembre de 2009, se da la apertura a la continuidad de estudios con las licenciaturas (nivel 6 del CINE).

Sus programas educativos están sustentados en un 70% de práctica y un 30% de teoría, con el objeto de proporcionar al estudiante una rápida inserción al mercado laboral. El plan de estudios dedica un 80% del tiempo a la formación general y 20% a la formación especializada; se pretende que las actividades se realicen tanto en la escuela como en la empresa; durante el último cuatrimestre el alumno realiza su estadía —que dura entre 12 y 14 semanas— en una empresa con la asesoría de sus profesores (Rubio, 2006).

En estos 25 años se han creado 113 universidades tecnológicas en todo el país con una matrícula de 230,524 estudiantes (septiembre, 2015). En el estado de Guanajuato se han establecido seis, se mencionan por orden de creación: Universidad Tecnológica de Norte de Guanajuato (Dolores Hidalgo), Universidad Tecnológica de León, Universidad Tecnológica del Suroeste de Guanajuato (Valle de Santiago), Universidad Tecnológica de San Miguel de Allende, Universidad Tecnológica de Salamanca y la Universidad Tecnológica de Laja Bajío (Celaya); en conjunto tienen una matrícula cercana a los 14, 000 estudiantes.

 

La complejidad de la pertinencia

Luego de estos 25 años que se ha ofrecido la educación tecnológica bajo el modelo educativo de las universidades tecnológicas, se ha privilegiado el papel de la pertinencia con el mundo laboral como una articulación estratégica para ampliar el rango de oportunidades laborales en beneficio de la población estudiantil. Sin embargo, detrás de esta preponderancia existen intrincados problemas sobre el concepto de pertinencia: ¿Cómo evitar su reduccionismo conceptual a la mera inserción laboral? ¿Implica mejores condiciones de vida para los egresados de una universidad? ¿Contempla la formación de mejores ciudadanos? ¿Qué se debe realizar al interior de las propias universidades para mantener estrechos vínculos con su entorno? ¿Existe reciprocidad de las empresas?

Tales preguntas son el resultado de la complejidad que alberga la articulación de la pertinencia con el mundo laboral; por ello, se proponen cuatro relaciones para profundizar su entendimiento conceptual y a su vez abran nuevos ejes de investigación.

a. La educación tecnológica y la inserción laboral

La relación entre educación y la inserción del egresado en el mundo laboral es difícil pues obedece a distintas racionalidades (Gallart, 2006: 310), la educación tiene por objetivo transmitir conocimientos y socializar a las nuevas generaciones, en tanto que el mundo laboral se enfoca a la productividad, la inserción del cambio tecnológico y al lucro; no obstante, el reto para las universidades tecnológicas es construir puntos de encuentro y hacerlos visibles.

b. La educación tecnológica y el bienestar en las condiciones de vida del egresado (TSU/Licenciatura)

Sobre las condiciones de vida del profesionista, se observa que la educación se ha visto como el medio por el cual los individuos aspiran a mejores condiciones de vida, aunque no se puede garantizar que por sí misma una mayor productividad del trabajador se refleje en un mejor ingreso económico. Se hace relevante determinar qué matiz adquiere el bienestar del egresado en lo individual, familiar y sobretodo en las diversas regiones en donde se han establecido las universidades tecnológicas.

c. La educación tecnológica y la participación social del egresado

Respecto a la relación de la educación y la participación social de sus egresados se percibe que en su origen la universidad pretende el desarrollo intelectual del sujeto y que su inserción social trascienda su ámbito individual, “también se valoran las dimensiones afectiva, volitiva y comunitaria” (López y De Galindo, 2005: 92); así, se esperaría indagar de qué manera el egresado de las universidades tecnológicas se involucra y actúa como agente de cambio en su comunidad.

d. La universidad y su relación con las demandas sociales

Al referirse a las demandas de la sociedad, el papel de la universidad ha mutado, pues “en los siglos pasados cuando el desarrollo económico dependía de la producción agrícola o de la industrialización masiva, tener muchos recursos y mucha tierra era una ventaja, ahora es una desventaja” (Enríquez, 2004: 47). La sociedad le demanda a la universidad formar individuos con nuevas competencias profesionales pues el trabajo operativo pierde vigencia frente al intelectual, y al mismo tiempo, le obliga a hacer una reflexión de cara a las mutaciones en el mercado de trabajo; es factible investigar si el dinamismo de las universidades tecnológicas —en tanto organizaciones— es acorde a las demandas del contexto socioeconómico.

Las universidades tecnológicas surgen del entramado entre educación y desarrollo en la lógica de la economía del conocimiento; se espera que las relaciones propuestas decanten en ejes articuladores que acerquen con mayor nitidez a su pertinencia con el mundo laboral, pues la complejidad de la economía del conocimiento implica un cambio profundo desde el ámbito de la epistemología dado que, “por primera vez las ciencias sociales son desafiadas a pensar en el mundo como una sociedad global” (Ianni, 2006:158). La nueva sociedad del conocimiento, centrada en un proceso permanente de apuesta por la educación, demanda repensarla desde la óptica de los nuevos escenarios epistemológicos.

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Reflexión final

Estos 25 años de las universidades tecnológicas se deben constituir, más allá de la merecida celebración, en un punto de inflexión donde reafirmen su vocación por establecer más y mejores relaciones con el sector social y productivo; a partir de su pertinencia, se esperaría un impacto en el desarrollo nacional y regional, y al mismo tiempo, en la formación de sus profesionistas con un sentido social crítico, reflexivo y propositivo. Deben aspirar a una cultura de la mejora permanente para verse al espejo sin temor alguno, pues sin duda, se develarán otras variables que inciden en la complejidad de la pertinencia de la educación tecnológica con el mundo laboral e ir más allá de lo aparente. “El gran reto para la nueva racionalidad es el viejo problema del movimiento de lo real, de su transformación y de cómo captar racionalmente al objeto en transformación” (De la Garza, 1983:8); parte de ese objeto en transformación es el hecho de aprehender que la pertinencia de la educación tecnológica no muestra una relación directa y única con el mundo laboral, todo lo contrario, es compleja y demanda crear nuevos enfoques de investigación para desentrañar su polisemia y los matices del mundo laboral.

 

Bibliografía

DE LA GARZA, Enrique (1983). El método del concreto-abstracto-concreto. México, Universidad Autónoma Metropolitana.

ENRÍQUEZ, Juan (2005). Mientras el futuro te alcanza. México, Random House Mandori.

GALLART, María Antonieta (2006), “La articulación entre la Educación y el Trabajo: una construcción social inconclusa”. En Garza, E., Teorías Sociales y Estudios del Trabajo. Nuevos Enfoques. México, UAM-Anthropos.

IANNI, Octavio (2006). Teorías de la Globalización. 7ª edición. Madrid, Siglo XXI.

LÓPEZ, Ana Teresa y DE GALINDO, Luz María Cruz (2005). “Participación comunitaria desde la universidad”, Educación y educadores [Versión digital]. Año/Vol 8. Universidad de la Sabana, pp. 91-104.

MALAGÓN, Luis Alberto (2006). “Perspectiva economicista en la vinculación universidad-sociedad”, Uni-Pluri/Versidad [Versión digital]. Vol. 6. No. 2, pp. 37-46.

RUBIO, Julio (2006). La política educativa y la educación superior en México 1995-2006: un balance. México, Fondo de Cultura Económica.

SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA (2000). Universidades Tecnológicas: mandos medios para la industria. México, Noriega.

SILVA, Marisol (2006). La calidad educativa de las universidades tecnológicas. Su relevancia, su proceso de formación y sus resultados. México, ANUIES.