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Indiferencia política en la generación milenio

revista-coepes-4-3-1Reseña:

Vivimos una etapa en nuestro país de importancia capital, entre otras cosas porque hacía mucho tiempo no se habían tenido niveles de violencia como los registrados en el último lustro. Esta situación se ve magnificada por el clima electoral y la incertidumbre en torno a las instituciones sociales que antaño habían proporcionado seguridad. Sin embargo, es en el ámbito universitario y en un sector social juvenil -que tiene una oportunidad de convertirse en protagonista- donde se vislumbran horizontes alternativos que nos pueden y deben impulsar hacia la esperanza de un cambio.

Lic. Máximo G. Aguilar Amaro
Docente de licenciatura y capacitador docente
Universidad de La Salle Bajío
Universidad Iberoamericana León
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Términos clave:

Política, juventud, indiferencia, violencia, participación.

El problema. México se encuentra en un importante proceso de transición política impactado por eventos que le confieren características especiales: el retorno del PRI al poder presidencial, una violencia matizada por el terror, una efervescencia ciudadana que resurge después del 68, el resquebrajamiento de las estructuras panistas y una izquierda que no ha logrado obtener una oportunidad de gobierno nacional. En este contexto todo mundo parece estar atento a todas estas eventualidades, todos, excepto un sector importante de los jóvenes. Ellos parecen ignorar estos sucesos o mantenerse indiferentes ¿por qué?

Perspectiva. Si nos preguntamos por la causalidad de cualquier evento social habrá que aceptar que es necesariamente y por naturaleza, multifactorial. Los sucesos familiares, religiosos, económicos y por supuesto políticos, se generan y configuran en un entramado complejo1 que ya no se explica por el paradigma lineal de causa efecto. En este sentido la despreocupación juvenil de lo político habrá que verla como insertada en la sociedad y siendo impactada por todos sus componentes. También habrá que aclarar que cuando se habla de fenómenos eclesiásticos, financieros, artísticos, etc., no es porque estén tamizados de manera exclusiva por esas dimensiones, simplemente es la intención de enfatizarlas o priorizarlas, pues resulta imposible aislarlos de su contexto. De ahí que expresiones como “están politizando el asunto” o “la visita papal no tiene una razón política” sean solo vanas intenciones de desviar la atención de algo que a algunos no les interesa, no quieren, no pueden o no saben discutir. En todo caso habría que reflexionar para qué, cómo o por qué se dan estos fenómenos; analizar y especular acerca de las alianzas, complicidades, conflictos y apoyos que se dan entre los diversos agentes o grupos que intervienen en ellos y deciden. La realidad es una y compleja, punto.

Orígenes y contexto. Habiendo hecho estas precisiones volvamos a las posibles causas de la despolitización de la juventud. La señalada Generación Milenio es hija de la crisis, o si se prefiere de las crisis. Atendiendo a nuestro medio nacional encontramos que su infancia coincide con la asunción al poder del presidente Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988), primer mandatario tecnócrata que empezó el proceso de globalización del país incursionando en el modelo del liberalismo económico. Este presidente también tuvo que enfrentar la grave problemática causada por el terremoto de 1985, sin embargo, lo más dramático de este sexenio sería el nivel de la inflación que llegaría a cifras superiores al 150%2, iniciándose así una serie interminable de ajustes económicos implementados por los gobiernos siguientes que acompañarían de por vida al desarrollo de esta generación y deteriorando de manera significativa la economía doméstica. Entonces, difícilmente se podría construir un talante de confianza en quienes prácticamente han tenido como estilo de vida sólo noticias desalentadoras, como se señala en un reciente estudio sobre jóvenes universitarios de la AUSJAL3, donde se explica que para estos “a partir de la década de 1990 la política […] se transformó en la vía para la corrupción y la frivolidad”. A la par de esta eventualidad económica se precipitaron una serie de cambios muy profundos no sólo en nuestro país sino en todo el mundo y en todas las manifestaciones sociales y culturales que serían denominadas de distinta manera según quien las tipifique. Así, Lipovetsky habla de la era del vacío, Mardones de la época del desencanto, Bauman de la sociedad líquida, en fin, caracterizaciones distintas pero que coinciden todas en enfatizar una especie de crisis estructural de fin de milenio –que se gestaría en la década de los sesenta- ocasionando así un panorama por demás pesimista.

Por otro lado, está la omnipresencia de la publicidad y de la mercadotecnia que han encontrado en el joven un fiel cliente que disputará con ahínco ser el primer consumidor (o consumista) en adquirir la última versión de los tenis Jordan o del Gadget que incluye la función más veloz y novedosa. Si comparamos esta actitud con la de los jóvenes sesenteros, solidarios, participativos y politizados, cabría preguntarnos ¿dónde quedaron entonces la rebeldía y las críticas al stablishment características de los jóvenes? ocurrió que fue precisamente el stablishment quien supo explotar estos reclamos juveniles otorgándoles un espacio en el mundo neoliberal. Ahora las ideas revolucionarias -plasmadas en imágenes del Ché Guevara en playeras- se compran como productos de mercado en lugar de ser conocidas, comprendidas y mucho menos practicadas (el Ché a las pasarelas). Esto significa que los empresarios entendieron que la juventud era un segmento de mercado, que habría que reconocer su “identidad” para que consumieran nuevos y atractivos productos diferentes a los tradicionales. Entonces la mercadotecnia se encargaría de trocar utopías, ideales y sueños que eran permanentes en mercancías con una duración efímera (moda, entretenimiento, sexo, posters). Habría entonces que aceptar que, en este sentido, los mercadólogos han comprendido mejor a los jóvenes que los sociólogos, los educadores o los psicólogos.

Manifestaciones estadísticas. ¿Cómo han impactado estas circunstancias la percepción de los jóvenes de la política? Veamos algunas cifras que reportan estudios en nuestro país. Por ejemplo de acuerdo a la Encuesta Nacional de Juventud 20104 sólo el 30% de los jóvenes considera que participar en la vida política está mejor (hoy) respecto a la generación de sus padres y cuando se les pregunta de qué hablan con su pareja, únicamente el 29% lo hace sobre política. Aquí llama la atención que ambos casos ocupan el último lugar de entre siete situaciones que se les pregunta. Luego, entre el 67 y 73%, en el momento de la aplicación de la encuesta no participaba en organizaciones o asociaciones. Además y de acuerdo a la Encuesta Nacional de la Juventud 20055, prácticamente la mitad de los jóvenes no simpatizan con ningún partico político; 44% no se interesa nada en la política, el 39% poco y solamente el 14% dice interesarse mucho; 48% dice que la democracia sirve para elegir a los gobernantes, 15% para resolver las injusticias, 14% para exigir cuentas al gobierno y solo el 2% opina que sirve para todas las anteriores.

Total, que si bien la indiferencia hacia los aspectos políticos por parte de los jóvenes es difícilmente justificable no habrá que olvidar que tampoco es generación espontánea. Por otro lado resulta muy preocupante ver la ignorancia y la indiferencia de los estudiantes universitarios (y no pocos catedráticos) hacia los aspectos políticos del mundo y locales aun perteneciendo a la generación que se distingue por no tener la necesidad de buscar las noticias ya que actualmente éstas vienen a nuestro encuentro y hasta nos persiguen. Entonces ¿qué hacer?

Intento de conclusión. Cada elección presidencial ha tenido, y no puede ser de otra manera, su particularidad y característica que la hace especial. Del pasado inmediato aún están frescas en la memoria la esperanza de la alternancia convertida en desencanto; la refriega en el Congreso en la que el presidente elegido tomó posesión del cargo; más atrás los magnicidios y “la caída del sistema”. Pero la de este año tristemente estará marcada por la violencia, la muerte y el horror. ¿Qué significaban hace seis años “levantón”, “pase”, “ejecutar”, “sicario”? hemos aprendido -por necesidad- un nuevo código lingüístico criminal.  Junto con las aproximadamente 50 mil víctimas fatales en lo que va del presente sexenio, nuestro país está considerado el más peligroso del mundo para los inmigrantes, principalmente mujeres y niños de Centro y Sudamérica, e igualmente inseguro para ejercer el oficio de periodismo.

Esta es nuestra circunstancia en la que nos movemos en estas elecciones y en la que tendremos que decidir qué rumbos tomar como ciudadanos, pero muy especialmente como universitarios, porque como se ha dicho, en las universidades debe radicar la conciencia de un país; gravísima responsabilidad y en consecuencia se tendrá que actuar. Por lo tanto, y por lo pronto, la actitud de los jóvenes universitarios será fundamental para este proceso y para lo que venga, no sólo porque representan un porcentaje amplio de votantes, sino porque como tal deben ser congruentes con su vitalidad, su rebeldía y su posición privilegiada de poder acceder a estos niveles de estudio.

En general, la universidad debe superar la idea simplista de que sólo prepara para el trabajo. En este sentido el papel de las autoridades de los centros de educación superior, pero muy especialmente el de los docentes –finalmente son los que están en contacto directo y cotidiano con los alumnos- debe estar orientado a propiciar la crítica y la apertura, pues un mundo cada vez más globalizado y abierto no es compatible con una educación más cerrada. Una educación siempre menos humanística y siempre más técnica no nos dará los instrumentos necesarios para interpretar esta complejidad que tenemos como realidad, por lo que independientemente del programa educativo o las asignaturas del mismo, hay urgencia en despertar y estimular la sensibilidad de los jóvenes, especialmente hacia las víctimas más vulnerables, que generalmente están entre los más pobres, las mujeres y los niños.

Habrá que tomar muy en cuenta la lección que nos han dejado los indignados, su capacidad de organización y su determinación para interpretar de manera diferente el mundo y, en consecuencia, actuar. Han sido ellos los que en estos tiempos, como nadie, actualizaron el popular “sí se puede”. Finalmente habrá que entender que el cambio hacia una política con un horizonte de valores auténticamente colectivos no nos los dará el mercado de consumo, sino el arte, la religión, la ética y ¿por qué no? también la ciencia.


1Habrá que entender lo complejo no sólo en el sentido de “complicado”, sino a la vez como “algo que se compone de elementos diversos”, según la RAE.

2Hernández  (2003)

3Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina-AUSJAL. “La cultura juvenil en las universidades AUSJAL”, pág. 88

4http://www.imjuventud.gob.mx/imgs/uploads/Encuesta_Nacional_de_Juventud_2010_-_Resultados_Generales_18nov11.pdf
Se les preguntó si está mejor o peor con respecto a la generación de sus padres… las posibilidades de estudiar (62% considera que está mejor); divertirse (58%, mejor); posibilidades de formar tu propia familia (45%, mejor); facilidad de tener vivienda (44%, mejor); posibilidades de trabajar (41%, mejor); tener ingresos económicos adecuados (40%, mejor). Se les preguntó acerca de qué platican con su novio (a) y contestaron que de amigos (88%), futuro (82%), estudios (79%), sexo (59%), trabajo (53%), religión (43%).

5http://cendoc.imjuventud.gob.mx/investigacion/encuesta.html


Bibliografía:

Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina-AUSJAL (2011), La cultura juvenil en las universidades AUSJAL; Caracas, Venezuela. (Informe en pdf).

Encuesta Nacional de Juventud 2010. Recuperado de: http://www.imjuventud.gob.mx/imgs/uploads/Encuesta_Nacional_de_Juventud_2010_-_Resultados_Generales_18nov11.pdf  

Encuesta Nacional de la Juventud 2005. Recuperado de: http://cendoc.imjuventud.gob.mx/investigacion/encuesta.html

HERNÁNDEZ, CÓRDOVA E. y A. RAMÍREZ AHUMADA (2003), Proyecto de Vinculación Universitaria para promover y gestionar créditos al amparo del esquema simplificado de crédito PYME Digital 250 (Tesis de licenciatura, Universidad de las Américas Puebla) recuperado de:  http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lcp/hernandez_c_e/portada.html

Pew Research Center Publications, The Millennials: Confident. Connected. Open to Change. Recuperado de: http://pewresearch.org/pubs/1501/%20millennials-new-survey-generational-personality-upbeat-open-new-ideas-technology-bound